Es alto, tranquilo y se expresa a través de pinturas magnéticas y tormentosas. En la primera gran exposición de arte haitiano en el Grand Palais de París, Sébastien Jean logró su objetivo con Attaque, obra en gran formato pintada en negro difuminado. Dos años más tarde, el artista haitiano de 36 años presenta sus nuevas obras en la exposición Sébastien Jean, un artiste habité, en el marco de las Francofonías de Limousin, Francia.

 

Radio France International (RFI): Usted vive y trabaja desde 2014 en Limoges, Francia. Si tuviese que explicar el Festival de las Francofonías en Limousin a un haitiano que viene por primera vez a Limoges ¿qué le diría?

Sébastien Jean (SJ): Para mí, las Francofonías es un festival para el intercambio. Si un amigo haitiano viniera este año, se sentiría como en Haití (El Festival de Quatre chemins d’Haïti es el invitado de honor de Francofonías 2016). Limoges es una ciudad que ya trabaja con haitianos, incluso en el ámbito de la educación y de la salud.

RFI: En el Teatro de la Unión, durante un espectáculo sobre la poesía haitiana, usted pintó un lienzo en unos minutos, ¿cuál fue el tiempo de preparación que tuvo?

SJ: Sólo fue una mirada, algunos trazos para hacer un bosquejo de un retrato de Willems Edouard [jurista y grande personalidad haitiana, asesinado el 9 de julio de 2016, en Puerto Príncipe]. En Haití, muchas personas mueren por heridas de bala. La obra que realicé es una alusión a la criminalidad que existe. Aquí en Limoges, mientras dibujaba, otra performance se daba lugar en la calle, con telas.

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RFI: Una performance con telas blancas que recuerdan las sábanas utilizadas en Haití para cubrir cadáveres. Para su performance, pintó trazos en amarillo y rojo igualmente sobre una sábana blanca ¿cuál es el significado de esos colores?

SJ: El amarillo es el color de la traición [risas]. El rojo es al mismo tiempo vivo y alegre, pero también tiene su lado mórbido. Eso es lo que pienso cada vez que veo a personas abatidas en las aceras.

RFI: ¿El pintor es quien debe domar los trazos y los colores?

SJ: También tengo una sensación quimérica. Se aloja en mí pero no soy yo quien posee esa sensación quimérica sino todos nosotros. Por ejemplo, cuando alguien se molesta en su casa, allí también nos conseguimos con estados quiméricos, con todas las rupturas que se producen en nuestro interior. Mediante colores, podemos expresar ese sentimiento.

RFI: A primera vista, su trabajo parece expresionista, abstracto, misterioso, místico. Visto con más detenimiento, ya tiene características más personales. Usted mismo realizó una gran pintura en rojo vivo llamada Ma femme sur la croix (Mi esposa en la cruz).

SJ: Fue una locura. Estaba en mi taller y en un momento dado, lo que se me vino a la cabeza fue ¿y si compro papel para montar una instalación con mi esposa? Somos una familia de artistas.

RFI: En su obra se pone de manifiesto una suerte de economía del color. Rara vez utiliza más de uno o dos colores en sus cuadros. En los lienzos azules Où vas-tu faux Dieu? (¿A dónde vas Dios falso? y Ecriture Déchirée (Escritura desgarrada), realizados en 2016, en Limoges, por primera vez aparecen palabras en su trabajo.

SJ: A través de palabras, textos, saltamos, nos sumergimos en otro universo. En un principio, no estaba previsto realizar un cuadro de esta manera, pero todo puede cambiar en cualquier momento. Hace tiempo, hice un trabajo bastante monocromático, no utilizaba muchos colores. Siempre tengo proyectos en espera. Si utilizo todo ahora, en diez años, ya no tendré más nada [risas].

RFI: En un cuadro aparece la expresión: le silence conservé (el silencio conservado). ¿Cómo se expresa el silencio en la pintura?

SJ: Con el silencio se puede hacer todo. La imaginación y otras ideas siempre vienen con el silencio.

RFI: El negro difuminado utilizado en sus obras no tiene su origen en el terremoto de 2010 sino en el incendio de su taller en 2006. ¿Cuál fue el camino recorrido para llegar a ese negro difuminado que se ha convertido hoy en día en su marca personal?

SJ: Al principio era difícil porque no llegaba a poder dominarlo. Por un lado era fácil, por el otro, tenía problemas para plasmar formas anatómicas: rostros, cuerpos en movimiento, quedaba un poco vago como movimiento y ya para finalizar, era necesario agregar algunos rasgos.

RFI: Cuando uno ve por primera vez su obra, uno piensa en el pintor esloveno Zoran Music (1900-2005) debido al lado sombrío, encantado y tormentoso y luego podemos, muy frecuentemente, comparar la energía de sus obras, con la de Jean-Michel Basquiat (1960-1988). En su condición de autodidacta reivindicado, su única referencia es otro pintor, ¿quién es Mario Benjamin?

SJ: Mario Benjamin era mi mentor en Haití [nacido en 1964, este importante pintor haitiano organizó la primera exposición de Sébastien Jean]. Sólo trabaja con bustos, cabezas, canibalismo…Su universo es completamente diferente al mío y, hasta el día de hoy, sigue viniendo a mi casa para conversar.

RFI: En Haití siempre creaba esculturas a base de desechos. En Francia, ya no consigue los materiales necesarios para hacerlas. ¿El hecho de trabajar en Limoges  ha cambiado sus creaciones?

SJ: Hay muchas cosas que han cambiado. En esta exposición puede ver todo lo que he realizado en Limoges. Y todavía no estoy muy bien equipado. Tengo proyectos para esculturas que pienso colocar en puntos bien elevados y desalojados de Limoges. Tengo esculturas que llegan a medir 4,50m.

RFI: ¿Usted es entonces un artista habitado por muchos proyectos?

SJ: Sí, tengo muchos proyectos para el futuro, sólo me queda conseguir el dinero necesario para ejecutarlos.

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