Recientemente visitamos la Galería de Arte Monnin, ubicada en la calle Rigaud de Pétion-Ville. Las obras allí expuestas son numerosas: esculturas en madera y metal, lienzos de los denominados artistas ingenuos y cuadros abstractos, en fin, restauraciones y producciones también se realizan en gran número. Muchas generaciones de artistas y artesanos se encuentran exhibidas. Los imaginarios de épocas diferentes se consiguen en un mismo muro. Sólo el arte tiene ese talento de facilitar la comunicación entre la gente, más allá de todo lo inmundo de este mundo en lo que concierne fronteras y prejuicios.

 

En este espacio de alta estética, encontramos a Préfète Duffaut, pintor del pueblo imaginario, a Pasko, el de los ritmos y a Killy, el de las tensiones. Otros casos llaman la atención: el de Pascale Monnin, el de Dubréus Lhérisson, el de Alexandre Grégoire y el de Jean Adrien Céide. Adicionalmente a los ya citados, también se pueden incluir artistas como Carlos Jean-Baptiste, Emmanuel Jean, Jean Garry Rochebrun y Fritzner Lamour, para mencionar sólo algunos. Subjetividades contrarias decoran el lugar. Todo es para el arte y por el arte.

Los paisajes, los artes figurativos, los abstractos, entre otros, ayudan a entender que el arte es un asunto de visión del mundo y de pasión. No se puede traer a este mundo algo artístico que pueda desprenderse del cuerpo. Se habla de “cuerpo” para referirse al espacio en el cual se evoluciona, la geografía del artista, sin embargo, ello podría repercutir en otros espacios y otras geografías. En este sentido, el arte no es algo hermético. Adicionalmente, una de las capacidades del artista es su poder de asimilar un estado de necesidad con respecto a lo que ya existió en el espacio y cómo él va a crear algo nuevo.

En el transcurso de esta visita a la Galería de Arte Monnin, nos damos cuenta enseguida de que las galerías de arte en Haití son consideradas por la gente como espacios ajenos, es decir, lugares reservados, nos atrevemos a decir, a los que pueden ofrecer más y lo decimos porque somos los únicos en este espacio de cita con el arte. En el país, las galerías son vistas como cementerios y lo decimos porque al haitiano no le gusta ir a esos lugares. Por esta razón, no los frecuentan y regresan a ellos rara vez, de hecho, si vuelven a visitar un cementerio lo hacen temerosamente. No existen muchas escuelas que organicen visitas guiadas a una galería de arte con el fin de moldear la sensibilidad estética de los alumnos.

La gente no sabe en absoluto que las galerías de arte son un lugar para la contemplación de todos. La asociación compra-venta no siempre es obligatoria. Todo el mundo tiene derecho a visitar una galería por el simple placer de hacerlo y, desgraciadamente, pocas personas están al tanto de ello. Es importante que los jóvenes, los ancianos y los no tan jóvenes sepan que la Galería de Arte Monnin, así como las otras galerías del país, no es un cementerio.

Le National